Hoy ha irrumpido con fuerza la noticia de la concesión del premio Nobel de literatura al cantautor estadounidense Bob Dylan. La Academia Sueca se lo otorga «por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción». En todo caso, no está claro si con este galardón son los propios premios, muy comentados en los medios cada año, los que se dan un homenaje a sí mismos… o si debemos tomarlo más en serio.

En los últimos años los premios Nobel de literatura se han otorgado a autores “menores” o, incluso, “marginales» (Herta Muller o Svetlana Alexiévich), pero en lo que importa a este blog el hecho de que Dylan sea el primer galardonado cuya carrera se compone de un cancionero (o un poemario musicado) es muy destacable.Quizás para eso sirven los premios internacionales: para dar a conocer la obra del galardonado o, como creo que es más el caso, para ponderarla y contextualizarla.

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Esta es la nota de 12 páginas que la Academia sueca ha publicado acerca de Dylan. https://www.nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/2016/bio-bibl.pdf Como no podría ser de otra manera destaca la relación de libros que hablan sobre su figura e importancia, así como las antologías de sus letras. A continuación sí que citan su discografía, e incluso filmografía. Precisamente estos días se hablaba de su caja antológica de 36 discos en directo de 1966.

No hay duda de que las letras de Dylan son enromes, y que por medio de la canción ha llegado esa literatura a millones de personas, pero la mayor parte de la gente no entiende suficiente el inglés (su inglés) uy a la otra mitad no le interesa el significado literario o trascendente de las letras. Es decir, sostengo que las letras de las canciones (como decía en este post anterior y en este texto para una revista de comunicación política) a la gente “le importan un bledo”, con perdón. Sin embargo, para el mundo de la música, se trata del padre del género musical-literario, en el que predomina una búsqueda de la trascendencia, de una expresividad que entronca con las raíces del folk americano y de ahí con la literatura de TS Eliot o Steinbeck, otros premios nobel estadunidenses. Hasta el punto de que “su influencia en la música contemporánea es profunda y es objeto de una corriente firme de literatura secundaria”, según la Academia Sueca. Hace un par de años se descubrieron letras suyas de 1967 que un puñado de músicos como Elvis Costello, Taylor Goldsmith o Marcus Munford convirtieron en los llamados The New Basement Tapes: un disco con aquellos poemas olvidados. Es decir, es una fuente derivada de otra primaria, de modo que cabe entender que el Nobel está premiando una reinterpretación de la realidad social en un formato “menor”.

No cabe duda de que en capacidad y potencialidad su repertorio trasciende del imaginario musical popular para llegar a la literatura, al “reino de las letras” de los premios Nobel en el que ya están representantes del países americano como TS Elliot, Faulkner, Hemingway o Steinbeck, y en el que hoy quizás algunos echan de menos a Philip Roth. En ese anhelo perseguido desde los acordes de una guitarra solo Leonard Cohen estaría al mismo nivel. Pero los tiempos están cambiando: vivimos en una época de confusión en la que no somos capaces de distinguir entre un ordenador de una tablet, la cultura del espectáculo, la democracia del populismo, la literatura de la música. Pura posmodernidad.

Genera ya expectación la ceremonia de entrega, en la que Dylan pronunciará un discurso. Conocida es su timidez, su antipatía incluso, que despliega en el escenario, ofreciendo a su público versiones irreconocibles, sin dirigirles una sola palabra, ni un “gracias”. Incluso a veces ni se le ve bien el rostro, oculto más allá de las luces del escenario, la última ocasión este mismo mes en el Desert trip en el contexto de lo que él llama el “tour interminable”.

Congratulations al genio de Minnesota con su propia canción que publicó con los Travelling Wilburys:

 

Más sobre Dylan en Mis 31 canciones aquí: https://ipspblog.wordpress.com/tag/bob-dylan/